Las penurias de los "quilombos" en plena pandemia

Fuente: Silvia Izquierdo - AP

En un pequeño salón repleto de bananas, lechuga, papel higiénico y otros productos donados, Rejane Oliveira prepara cajas para más de 100 familias de su comunidad costera de Río de Janeiro que tratan de sobrellevar el brote de coronavirus. 


La localidad, María Joaquina, es un “quilombo”, como se denomina a los barrios de descendientes de esclavos que se escaparon. A menudo tienen poco contacto con la vida urbana por más que estén en los suburbios de las ciudades y los visitantes de afuera pueden confundirlos con cualquier otro barrio. 


Los productos son donados por organizaciones sin fines de lucro y por una empresa y están dirigidos a personas que viven momentos muy duros. Abundan los artesanos que no tienen forma de ganarse la vida al cerrar las ferias donde venden sus productos. Muchos trabajan en hoteles y fueron despedidos. Numerosas mujeres limpiaban casas y tampoco están trabajando por la pandemia. 

La mayoría tratan de evitar ir a la ciudad, pero el virus de todos modos llegó al quilombo. Más de 30 personas resultaron infectadas, incluida Oliveira, quien habló con The Associated Press el 11 de julio, un par de días después de salir de su aislamiento. 

“Nos abandonaron, se olvidaron de nosotros, no tenemos asistencia sanitaria”, dijo Oliveira, quien tiene 45 años y es representante de Río ante la Coordinación Nacional de Comunidades Rurales Negras Quilombolas. 

Oliveira dijo que beben tés tradicionales hechos con hojas de varios frutales, ajo y una hierba llamada boldo. “Todos usan las hierbas, hasta los chicos”, comentó. “De no haber conservado algunas de las hierbas que teníamos, habríamos muerto”.

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