Migración en tiempos de coronavirus

Fuente: ACNUR


Seguramente tú que me lees conoces a alguien que haya migrado, tal vez un amigo, un primo, incluso un hermano o un hijo. El mejor ejemplo que puedo dar es el mío: mi papá migró de Siria a Venezuela, y yo, mucho tiempo después, migré a Panamá; las circunstancias que me trajeron aquí son muchas, pero ese cuento es muy largo y aburrido para contarlo.

Cuando hablamos de migración se nos vienen a la mente países como México, Siria, Venezuela, Colombia, Nicaragua, China y la lista sigue, ¿por qué? Porque la historia nos ha enseñado que cada población tiene su momento para convertirse en clavo y sus gobernantes en martillo. Las personas han migrado casi desde el origen mismo de la humanidad, los fenómenos históricos ligados a la migración varían, pero en su mayoría se debe a las guerras, el hambre, la pobreza y la desigualdad; a eso se le suman las políticas migratorias restrictivas, los fanáticos de la xenofobia y el infinito papeleo para legalizarte, lo que trae consigo un gran número de "ilegales" y/o "sin papeles".

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Muchos son los que tenían puestas sus esperanzas y aspiraciones en un país lejano al suyo en búsqueda de la tranqulidad que no consiguieron bajo su propio techo, pero ahora hay una nueva piedra en el camino: el coronavirus. La actual pandemia ha afectado al mundo entero, lo que llevó a muchos países a dejar a un lado el tema migratorio, y con ello, a todas esas personas que creían tener un plan de vida.

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Por ejemplo, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, firmó una orden ejecutiva que congela por al menos 60 días la inmigración al país, señaló que la medida se debe a la destrucción de empleos causada por el Covid-19. Según los cálculos de la firma de abogados Bountless, esta decisión dejaría a unas 358.000 personas sin acceso a permisos de residencia permanente.

No solo EE.UU. ha tomado medidas en cuanto a los migrantes. Ecuador, Perú, Brasil y Colombia, por nombrar algunos, ha emitido noticias de extranjeros que sacan de sus hogares por no poder pagar el arriendo, desempleados por vencimiento de papeles, y otros que no viendo más solución, se devuelven a sus países. Recientemente más de 33.000 migrantes venezolanos regresaron al país desde Colombia, y muchos de ellos lo hicieron caminando.

Según la Oficina de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, algunas de las medidas adoptadas por los Gobiernos de Centroamérica y México para contener y prevenir la propagación del coronavirus están afectando desproporcionadamente a los migrantes, refugiados y desplazados en la región. El cierre de la frontera de Panamá con Costa Rica, así como la de El Salvador y Honduras, ha provocado que migrantes queden atrapados en condiciones de hacinamiento, limitado acceso a la salud, alimentación, agua y saneamiento.

No se le discute a nadie que ponga por encima los intereses de su nación que el de los demás, pero aquí la cuestión es: ¿acaso no todos tenemos los mismos derechos sin importar el estatus migratorio? Es el eterno debate, porque quienes tienen más de cerca el problema responderán con un rotundo "sí", pero quienes lo ven de lejos, podrían excusarse incluso con el argumento de que cada quien debe pedirle ayuda al Gobierno de su país, que nadie debe cargar los problemas ajenos, y un eterno y triste etcétera.

Ahora bien ¿existen acaso culpables? Desde mi punto de vista sí, es culpable el Gobierno que roba los recursos, es culpable el ciudadano que votó por un infame, y por supuesto, son culpables todos los entes "luchadores por los derechos humanos" que solo observan de lejos y emiten comunicados que nadie lee. La realidad abruma en un mundo donde los humanos cada vez están más deshumanizados, donde la cantidad de pobres crece cada día más y en donde tenemos un virus que en silencio, logró demostrarnos nuestra verdadera naturaleza. ¿Los buenos somos más? Me gusta pensar que sí, y si estoy en lo correcto, definitivamente somos ese equipo que tiene el talento pero le falta el apoyo.

Aída Moubayed Ruiz

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