10.000 niños podrían morir de inanición al mes a causa de las restricciones por covid-19
Fuente: Sam Mednick - AP |
El coronavirus y las restricciones que generó están llevando al límite a comunidades que ya pasaban hambre, y provocarán la muerte de unos 10.000 niños más al mes debido a que las granjas han quedado aisladas de los mercados y los poblados dejaron de recibir ayuda alimentaria y médica, advirtió la ONU el lunes.
En un llamado a actuar compartido con The Associated Press antes de su publicación, cuatro agencias de las Naciones Unidas advirtieron que la creciente desnutrición tendrá consecuencias a largo plazo, transformando tragedias individuales en una catástrofe generacional.
El hambre acecha la vida de Haboue Solange Boue, una niña pequeña de Burkina Faso que perdió la mitad de los 2,5 kilos (5,5 libras) que pesaba en apenas un mes. Las restricciones por el coronavirus obligaron a cerrar los mercados, y su familia vendió menos vegetales. Su madre estaba demasiado desnutrida para amamantarla. “Mi niña”, susurró Danssanin Lanizou, conteniendo las lágrimas mientras desenvolvía una frazada para dejar al descubierto el cuerpo esquelético de su hija.
Más de 550.000 niños adicionales están siendo afectados cada mes por lo que se conoce como marasmo, un estado de desnutrición que se manifiesta con la hinchazón del vientre y la extrema delgadez de las extremidades. En el período de un año, ello representa un incremento de hasta 6,7 millones con respecto al total de 47 millones del año pasado. El marasmo y el retraso en el crecimiento pueden dañar de forma permanente a los niños física y mentalmente.
“Los efectos de la crisis del COVID en la seguridad alimentaria van a verse reflejados muchos años después”, dijo el doctor Francesco Branca, director de nutrición de la Organización Mundial de la Salud. “Va a haber un efecto a nivel sociedad”.
Más que nunca, las familias pobres de Latinoamérica, el sur de Asia y el África subsahariana están ante un futuro sin alimentos suficientes. En abril, David Beasley, director del Programa Mundial de Alimentos, advirtió que la economía afectada por el coronavirus provocaría hambrunas globales “de proporciones bíblicas” este año. Existen distintas etapas de lo que se conoce como inseguridad alimentaria: se declara oficialmente la hambruna cuando, junto con otras mediciones, el 30% de la población sufre marasmo.
El Programa Mundial de Alimentos estimó en febrero que un venezolano de cada tres ya estaba pasando hambre, ya que los salarios perdieron casi todo su valor debido a la inflación y obligó a millones de personas a emigrar. Y entonces llegó el virus. “Todos los días recibimos a un niño desnutrido”, dijo el doctor Francisco Nieto, que trabaja en un hospital en el estado fronterizo de Táchira.
Los directores de cuatro agencias internacionales — la Organización Mundial de la Salud, UNICEF, el Programa Mundial de Alimentos y la Organización para la Alimentación y la Agricultura — han solicitado al menos 2.400 millones de dólares de inmediato para atender el hambre en el mundo. Pero incluso más que la falta de dinero, las restricciones al movimiento han hecho que las familias se abstengan de solicitar atención médica, dijo Víctor Aguayo, jefe del programa de nutrición del UNICEF.
Parte de la peor hambre en el mundo sigue presentándose en el África subsahariana. En Sudán, unos 9,6 millones de personas no saben de dónde saldrá su siguiente comida, un incremento del 65% en comparación con la misma época del año pasado.
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