Inmigrantes duermen en calles de España tras crisis por covid

Fuente: AP Foto - Emilio Morenatti

Desde que salió de su natal Senegal hace 20 años, Biram Fall nunca ha dormido en las calles. Esta semana, cuando se le acabaron sus ahorros por no encontrar trabajo en los huertos de durazno en el norte de España, también se rehusó a pasar por esa situación.


Como parte de un ejército de mano de obra barata que sigue la maduración de los diversos cultivos en el país, Fall, de 52 años, atendió en mayo un llamado urgente de que se presentaran trabajadores en Lleida, una importante puerta de entrada a las fértiles tierras agrícolas de los alrededores.


Sin embargo, los migrantes ansiosos de recuperarse de la falta de ingresos debido al coronavirus rebasaron la demanda estacional de trabajadores. Los que no pueden pagar apartamentos compartidos y abarrotados deambulan por el centro de la ciudad, descansan bajo porches en plazas o en albergues improvisados del gobierno.

Renuente a correr el riesgo de contagio entre ellos, Fall contó los pocos euros que le quedaban de la venta de caracoles recolectados al lado de las carreteras y empacó sus cosas. Después de pellizcarse el antebrazo se pregunta si existe quien crea que el virus no puede penetrar la piel negra y que sólo infecta a la gente blanca.


“Sólo se nos deja dormir en la calle, como perros callejeros”, dijo el inmigrante mientras jalaba un carrito por la carretera y cargaba en el otro brazo una bolsa de plástico con un edredón perfectamente doblado.

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